19.6.10

meriendas de té en las pestañas.


Tenía el té en la mesita. Estaba sentada en la butaca de estampados bonitos, y tintineaba la taza con la cuchara. Se le había ocurrido una canción. Una canción que no paraba de rondarle en la cabeza. Le daba mil vueltas, le subía y le bajaba. Improvisó la letra mientras hacía música con la cucharita de metal. El aire desprendía un olor mágico, soñador. Pero de golpe, escuchó un tic-tac muy fuerte en toda la habitación, como un despertador gigante que se apoderaba de todo el silencio. Y cuando se dio cuenta, Lily había estado soñando varios minutos con lo mismo que estaba haciendo: componer una canción.

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