12.8.10

tormentas en verano

Lleva horas sentada en la cama leyendo, parecería una estatua si no se moviera de tanto en tanto para cambiar de posición y estirar las piernas. Luce dos pequeñas trenzas que le empiezan a ambos lados de la cara, a la altura de los ojos, y un camisón de color beige con estampados. Mi reloj marca las 0:02 de la madrugada. Es verano y hace exactamente un minuto que hay tormenta.
Se ha levantado y ha dejado el libro en el borde de la cama, ha apagado la luz general de la habitación y se ha quedado a oscuras. Observo como encamina sus pasos hacia la ventana, la abre, y se sienta en el borde. Saca la mano, y miles de gotitas se le quedan pegadas a la piel, como por arte de magia. Sonríe, y sin querer, me mira. El viento le acaricia la piel y de pronto, me llega un olor fascinante, como si pudiera olerla a ella en este preciso momento. El olor a lluvia, a Chicalluvia.

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