
Rebuscó entre los cajones con el fin de encontrar una cajita pequeña, diminuta. ¿Para qué la querría? Arrancó un trozo de hoja de su cuaderno rojo, y con el primer bolígrafo que encontró escribió “te odio”. La desesperación entró en su vida. No entendía el por qué, ni el cuando ni el cómo. No dobló el papel con delicadeza, lo guardó dentro de la cajita, y con una llave dorada la cerró. Después se dirigió al bosque con la cajita entre las manos, corriendo, como si huyera de algo. Unas pequeñas piedras que se encontraban junto al riachuelo la hicieron tropezar, haciéndola caer, y se hirió las rodillas. Le sangraban, le dolían, lloraba de dolor. Lloraba con todas sus fuerzas, era un dolor insoportable. Por un instante paró de llorar, y sentía rabia, rabia de toda la falsedad, de todas las mentiras y de todo en general. Y con la cajita entre las manos la lanzó lo más fuere y lejos posible del riachuelo. Se la quedó mirando unos segundos hasta que desapareció.
me gusta mucho tu blog! te sigo aqui y en frimspring(:
ResponderEliminar